¿Cómo se constituye el sujeto educativo en la cárcel?
- Angie G./Yurani S. /Laura C.
- 29 sept 2017
- 9 Min. de lectura

Después de una búsqueda meticulosa acerca de esta temática, se encuentra que son pocos los estudios realizados desde el ámbito pedagógico, un ejemplo ilustrativo es el de M. Mauricio (2012) “Educación en contextos de encierro: Problemáticas, miradas e interrogantes en torno al sujeto del aprendizaje y el proceso educativo en las prisiones santafesinas” quien aborda la institución educativa; directivos, docentes y alumnos entorno a las condiciones y los condicionamientos educativos, no obstante son más las que se hallaron a nivel psicológico y social. Éstas permitieron dar cuenta que el estudio del sujeto carcelario es complejo pero viable, dado que respondería a la urgente petición por parte de la educación; métodos y didácticas de enseñanza para una reeducación. Para esto, se pretende realizar un estudio del arte que otorgue una mirada más crítica de dicho fenómeno.
La constitución política de Colombia establece, en el artículo No 67, que la educación es un derecho de la persona y un servicio público, pese a ello, no se le ha prestado atención al contexto de encierro. Por tal motivo, se quiere indagar acerca de esta problemática a través de diversas investigaciones con el fin de exponer las condiciones educativas del sujeto carcelario. Es por eso que se tomará como base a Argentina; un país que abarca varias investigaciones en los últimos años, específicamente se expondrán los antecedentes del año 2010 al 2017.
Teniendo en cuenta lo anterior, se puede afirmar que el sujeto carcelario en Colombia ha sido excluido de la sociedad, pareciera que por el hecho de que se le prive de su libertad, también se le privará de otros derechos; como el derecho a una educación digna, o el reconocimiento de su ser ante él mismo y ante la sociedad; entender el simple hecho de que así sea una persona con una experiencia diferente a la mía, no puedo obligarlo a que deje de ser. Emmanuel Lévinas expresa que no se puede proyectar un “yo” en el “otro”, pues no se trata de suprimir su identidad, sino de que cada humano sea capaz de pensar que tiene un vínculo con lo que lo rodea, es por esto que es inaceptable desechar al prisionero como se desecha el bagazo de un jugo. Este “otro” no es lo que me excede a mí, sino que hace parte de mi ser.
En pocas palabras, la sociedad colombiana no contempla la posibilidad de vincularse con aquello que lo rodea, he aquí la principal razón por la que se cree en la posibilidad de comenzar una transformación social que permita entender que el sujeto carcelario no es un ser marginado, al contrario, es una persona que requiere una educación que le permita alcanzar la inclusión aun estando privado de su libertad, por tal razón, la presente investigación estará encaminada específicamente hacia la búsqueda de antecedentes que nos dejen dar cuenta cuáles son los déficits por parte del docente, y asimismo cuáles podrían ser los fortalecimientos.
Desde la perspectiva del proyecto: Hacia la construcción de prácticas alternativas en el territorio escolar: narrativas e historias de borde (I)
El siguiente texto tiene como objeto identificar y describir algunas perspectivas desde Emmanuel Lévinas, Alejandro Reinoso y Fernando Martínez, quienes abordan el concepto de otredad y subjetividad. Estos autores ofrecen un punto de partida para construir un referente acerca del reconocimiento del “otro” que interpela al “yo”. Por tanto, se expondrán las ideas de los artículos “hacia una pedagogía de la otredad: un ensayo sobre la relación entre maestros y alumnos desde los aportes de Emmanuel Lévinas ” , “dimensiones de la discriminación: algunas figuras y fisuras de la otredad” y “literatura, ficción y otredad”.
Ahora bien, María Victoria Vasco cuestiona a la escuela moderna por su rol domesticador y totalizador, impidiendo el reconocimiento del alumno como ser que interpela al maestro desde su propia subjetividad.Por lo tanto, el dispositivo escolar moderno es un generador de una negación del otro (de sus pautas culturales, de sus formas de crianza, de sus deseos y proyectos ) para transformarlo en un sujeto “a medida” de los requerimientos sociales. Además,el profesor es un ser que se acondiciona a las prácticas dominantes que constituye la escuela, por lo tanto hay un acto de imposición no solamente hacia el maestro, sino también hacia el alumno.
Aun así, mientras la globalización se propone emerger el sentido real educativo, encontramos autores como Lévinas quien propone una perspectiva diferente, como mostrar que la práctica del maestro debe estar contra la totalidad, que es equivalente a decir que está contral el ser (el ser para Lévinas representa el mal), en efecto, para que en la educación se de una relación ética se tiene que romper con la inmanencia del ser. O sea que tiene que haber falta de convicción, por lo que instruir es sacudir la quietud de las convicciones .
Por otra parte, se toma el concepto de discriminación en el contexto social desde la perspectiva de Alejandro Reinoso y Marcel Thezá, quienes muestran cómo en la sociedad se ha llevado a la segregación de aquellos que generan una amenaza o un peligro por ser “diferentes”, la diferencia, es decir la otredad, rompe la lógica de una sociedad que al pretender ser homogénea se cree que es más segura. Desde este punto de vista, la discriminación es generada a partir de los temores y angustias, la cual se dirige hacia sujetos que circulan en torno a ciertas instituciones tales como: locos/hospitales psiquiátricos, delincuentes/cárceles, estudiantes/escuelas.
Sin embargo, uno de los grandes dilemas hoy en día, es precisamente la administración del derecho de las personas a una individualidad propia que pueda coexistir con el derecho de los otros como expresión de la diversidad cultural. Dicho esto, se evidencia una paradoja puesto que se promueve una individualidad pero a su vez, se genera la abolición de la otredad, no se reconoce al otro en su esencia sino intenta moldearlo conforme a las necesidades de una sociedad que sólo busca ser hegemónica.
Al mismo tiempo, las prácticas educativas están ligadas a la condición actual de cada contexto, siempre y cuando se reflexione acerca de estas en diferentes momentos. Cabe mencionar entonces a nuestro último autor, Fernando Martínez, quien permite hacer un acercamiento de la realidad educativa con respecto a la importancia de enseñar literatura como mecanismo de lectura mundial. De cualquier modo, es necesario reconstruir la metodología que se usa para enseñar literatura pues ésta posibilita trabajar varios niveles en la formación de los estudiantes, entre las más destacadas; el conocimiento del otro, el entendimiento y la comprensión. No obstante, éstos están siendo opacados con el individualismo que se vive en nuestra sociedad colombiana. Comprender, conocer y entender al otro no es más que el hecho de ser un mediador de la violencia que se evidencia a diario, ya que cuando se entiende al otro se realiza un acto social que permite que un sujeto conozca su realidad como práctica social.
Sin embargo, la literatura trabaja de la mano con el proceso de identificación de cada ser, de manera tal que durante cada lectura, quien lee, logra configurar una búsqueda del sentido, el diálogo y la discusión. Lo anterior, gracias a que la narración permite saber qué siente, vive o experimenta cada uno de los personajes de un libro y, así mismo, transmitir dicho suceso a nuestro mundo real. Si se logra entender lo que vive el personaje principal de la novela, se estaría probando la posibilidad de comprender al otro que convive conmigo sin necesidad de irrumpir en su forma de pensar. De esa forma es posible nombrar que exista una intersubjetividad en la que cada quien interactúa con el otro, compartiendo lo que es y lo que se siente. En ese sentido, el hecho de poder estar con otro sujeto, entendiendo su subjetividad permite que la sociedad se encuentre estable; una práctica social educativa.
A modo de conclusión, se debe recalcar que el rol homogeneizador de la escuela se enfrenta con un mundo en el que las infancias son cada vez más heterogéneas, y se constituyen en contextos cada vez más desiguales y con mayor diversidad cultural. Otro aspecto fundamental, es la discriminación, la cual constituye una estrategia de reducción de la incertidumbre social, es decir, aquellas sensaciones de riesgo y el peligro que demuestran algún tipo de amenaza en un contexto determinado. Finalmente, la literatura, como el arte en general, son expresiones estéticas que posibilitan aproximarnos a la comprensión, el diálogo y a experimentar nuestra humanidad en su máximo sentido, a partir de vernos en los otros.
Desde la perspectiva del proyecto: Hacia la construcción de prácticas alternativas en el territorio escolar: narrativas e historias de borde (II)
En las presentes líneas, se expondrán ideas referentes a los siguientes trabajos: Derechos humanos y subjetividad: narrativas de internos/as del Servicio Penitenciario en Córdoba capital; la ética de Lévinas, un pensamiento de la responsabilidad y Otredad e Intersubjetividad. La inestabilidad del “Estar-con-el-otro”. El primero de éstos logra un acercamiento al (otro) sujeto carcelario en cuanto a su forma de vida a partir de las narrativas, permitiendo crear un vínculo con el proyecto hacia la construcción de prácticas alternativas en el territorio escolar: narrativas e historias de borde. El segundo, aborda la teoría levisiana como una crítica por la ausencia del desconocimiento del otro
que se transmuta en ignorancia constituida desde nuestro propio ser. Por último, “Estar-con-el-otro” revela la trascendencia de la alteridad para entender al Otro que convive dentro de un contexto.
En primera instancia es necesario hablar de la importancia que tienen las narrativas para un sujeto de borde tal como lo es el sujeto carcelario, éstas suponen una construcción de aquel como un lector-escritor de su propia trama de vida que a su vez es escuchado por otro, este otro ayuda a que el primer individuo encuentre en sí mismo su propia verdad mediante el relato biográfico, ya que a lo largo de dicho proceso él proyecta, integra y recompone las conexiones de su vida. A su vez la cárcel marca su función, hacer de la vida del detenido un preso, se le aísla de lo conocido, se le despoja de su identidad y ha de acomodarse a un entorno amenazante para sobrevivir.
En este sitio, “salir a estudiar” es una ruptura, un nuevo espacio, un lugar que le va revelando la existencia humana. De este modo, se puede evidenciar el gran aporte que nos brinda la narrativa puesto que es una mirada para conocerse a sí mismos y establecer un diálogo de lo que ellos buscan, en dicho proceso, la oportunidad de estudiar les ofrece encontrar esa parte humana que han perdido en la cárcel, como un interno que estudia historia afirma “la universidad no me devolvió nada…me hizo recordar lo que era, un ser humano”, por lo tanto la educación emplea un papel fundamental en la vida de aquellos internos que deciden empezar un proceso formativo, la perspectiva de este derecho como menciona Ignacio Lewkowicz es “hacer experiencia o dimensión subjetiva de la auto-humanización de los aniquilados”.
Ahora bien, comprender que “estar-con-el-otro” es un trabajo arduo, es menos indispensable que identificar el hecho de estar con otro que está o ha estado en la cárcel. En preciso mencionar que, reconocer a “alguien” supone algo más que un acto representacional, esto hace referencia a la percepción o la cognición de un algo exterior. Sin embargo, en nuestro contexto colombiano se estigmatiza a quien haya tenido algún proceso judicial con pena privativa de libertad, motivo por el cual se evidencia un desequilibrio egocéntrico, tal como lo afirma Heidegger, pues aunque se vea un Otro con pocas diferencias a las mías, soy incapaz de olvidar que ese Otro, en este caso el sujeto carcelario, tiene un pasado que me impide acogerlo por completo. Aquí es evidente el instinto de autoprotección que obliga a que el Otro-reconocido se sienta en desventaja y se conforme con una satisfacción de mínimos.
En consecuencia, se olvida por completo que al darse la oportunidad de compartir con el Otro, cualquiera que éste sea, se abre un campo de oportunidades de dar y hasta la posibilidad de “ser-para-el-otro” en el que todo sujeto tendría la ocasión, a partir de sus experiencias, de practicar la alteridad. Es aquí donde entra en juego la intersubjetividad; en esta estructura de vida intencional que remite al existente situado como portador concreto de un doble anonimato se le adjunta individualidad absoluta e individualidad universal. Es decir, la subjetividad es lo que permite que una sociedad sea rica en personalidades y la única forma de aprender a aceptar al Otro es sosteniendo una relación con él.
En definitiva, el hecho de salir de la cárcel genera en el sujeto en contexto de encierro una ruptura, un nuevo espacio, un lugar que le va develando la existencia humana. He aquí una de las razones de búsqueda de nuestro trabajo con sujetos de borde, pues se puede observar que la investigación posibilitó visibilizar procesos de subjetivación en condiciones que marcan las vidas de estos sujetos generando posibilidades de integrar actos del pasado en una perspectiva actual para revisar el sentido, valorar el aprendizaje; procesar las exigencias; producir nuevas demandas y, generar otras maneras de resistir o sobrevivir desde nuevas identidades (estudiante). Por ello, la alteridad práctica y creadora de futuro exhibirá el tipo de relación con el sentido más apto para significar la calidad de la relación del Otro de manera que se pueda “estar-con-el-otro y para-el-otro”. Así mismo, las narrativas están vulnerabilizadas por la situación “bajo condena”, al decir de los sujetos, un “lugar oscuro y tenebroso” que evoca, a modo universal, la significación socio-institucional de encierro como “lugar de merecido castigo”.
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