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Currículo oculto

  • Fransua Q./ David C./ Nataly T./ Nathalia T.
  • 30 sept 2017
  • 6 Min. de lectura



Los currículos actuales mantienen un lineamiento netamente competitivo que busca el desarrollo de habilidades preestablecidas por las instituciones, que a su vez se basan en la mayoría de los casos en competencias que excluyen los gustos y capacidades personales de los estudiantes, en otras palabras la ilusión de catedra libre o elección educativa que tenemos sobre lo que queremos aprender, o lo que “debemos aprender”, se nos presenta de forma prácticamente inherente y hasta inconsciente, de manera que los estudiantes (o los acudientes), creen estar tomando una decisión que se sobrepone a la sociedad, cuando en verdad la sociedad tomo la decisión por ellos hace mucho tiempo, mucho antes de que siquiera contemplaran el estudio como una forma necesaria para la superación personal, ya sea por experiencias cercanas, consejo familiar, o por argot social popular.


La sociedad actual y la idea capitalista de modernidad generan grandes brechas que impiden el pleno desarrollo de los sistemas educativos, que si bien tienen una responsabilidad con la sociedad y deben buscar la plenitud de esta, mediante la optimización de la calidad de vida de sus habitantes, no debería estar este objetivo separado de los intereses personales de cada individuo, ya que en ultimas aquellos que conformamos la sociedad somos eso, “individuos”, que necesitamos pleno desarrollo personal, y esto no debería estar en contradicción con los lineamiento

sociales. Sin embargo, y todos lo sabemos, la realidad es otra, una realidad en la que por ejemplo el ministro de EDUCACIÓN siempre es un administrador de empresas, un ingeniero o en el mejor de los casos un abogado, pero nunca un Profesor. Es este tipo de realidad (y muchas otras) la que nos hace plantearnos cuestionamientos sobre lo que la educación actual hace frente a las particularidades que algunos estudiantes puedan presentar en las aulas de clase, y si los docentes están preparados para estos eventos, o si al menos tienen algo de conocimiento en currículos que puedan ayudar a esta población, que si sumamos las ya numerosas dificultades que puedan encontrar, deben adaptarse a modos y formas educativas que seguramente no fomentan ni ayudan en lo más mínimo a su pleno desarrollo personal.


Emmanuel Levinas se pregunta por el gran ausente (o excluido) de la sociedad actual a nivel filosófico y humano, “el Otro”, e inicia por cuestionarse ¿Quién es el otro?, su condición, su historia, y el por qué desde el mismo momento en que lo identificamos no optamos por conocerlo, ni encontramos ningún interés en él, sino que por el contrario y de forma paradójica elegimos “perderlo”. El interés que nos motiva a investigar sobre la importancia de los currículos ocultos en las aulas de clase, no solo busca indagar sobre lo que se hace con aquellos estudiantes que puedan presentar intereses diferentes a los que las instituciones imponen por el mero hecho de que ellos estudien en ellas (derecho que está claramente desviado, ya que este no debería ser así), si no que busca también, al menos intentar, entender al otro como sujeto social, y ayudar en su inclusión, claro sin que pierda esas particularidades que lo hacen diferente, ya que el lineamiento social es justo lo que no ayuda en ultimas al pleno desarrollo de las comunidades, pues como ya lo planteaba el psicólogo y medico José ingenieros, en su obra el hombre mediocre, las sociedades avanzan por las acciones de los hombres excelentes, aquellos que rehúyen a cualquier lineamiento, un Sócrates, un Jesús, un Sarmiento, todos ellos comparten la forma diferente de ver las sociedades, y aunque obviamente, son ejemplos universales de rebeldía a sus épocas, a sistemas de gobiernos o

ideologías absolutistas, son buenos ejemplo de como un adoctrinamiento diferente e incluyente en lo intereses personales dan como resultado sujetos diferentes, y allí nace nuestra pregunta, ¿es el currículo oculto conocido y trabajado por los docentes?.


Levinas explica el ejercicio metafísico de definir al “Otro”, como algo que no soy yo, y es justamente aquí en este primer encuentro, donde no estamos viendo al otro como sujeto, si no como algo diferente de mí, ergo, aunque mencionemos al otro, de quien estamos hablando es de mí no de él ( y decir “él” es mucho porque ya se le otorgaría identidad, algo que se les niega desde el momento en que lo identificamos), lo mismo puede suceder con aquellos que fallan en el intento de comportarse como los demás en el las aulas, seguramente no se les da definiciones personales, si no que se les expone como algunos pocos (muchas veces y en los peores casos solo uno) diferentes de los demás alumnos, y por ende el posible problema de aprendizaje en la mayoría de los casos, es de él (el otro), y ahí es donde empezamos a ver su lugar de exclusión prácticamente perpetua durante toda su vida académica, ya que posiblemente los profesores no tienen los materiales ni el conocimiento para poder abordarlos y guiarlos por una adecuada educación, educación posiblemente diferente, pero adecuada a sus necesidades o intereses. En este gravísimo conflicto el currículo oculto debe jugar el papel de solución (salvadora), de aquellos que presenten particularidades que los alejen del progreso de las clases, un progreso preestablecido hasta en los más mínimos detalles, y que deja atrás a todo aquel que no tenga la capacidad de seguirlo, ¿pero está mal un estudiante que valore la lectura por encima de las matemáticas? O viceversa, es decir, ¿porque alguien que disfrute las ecuaciones matemáticas y sus posibles usos, debería considerarse malo o atrasado en nivel por no disfrutar y entender la importancia de leer a Gabriel García Márquez?, los preceptos de importancia que las instituciones manejan seguramente tienen un estudio muy minucioso que avala las formas de enseñanza en todos los grados, pero aquí se le debería dar importancia también a los gustos personales de los estudiante. La idea de una

educación basada en los intereses personales de ese “otro” no debería ser tan descabellada, ni imposible de desarrollar.

Emmanuel Lévinas atraviesa su obra con una pregunta trascendental, ¿cómo me relaciono con ese otro? Aquí queremos saber ¿Cómo se relacionan los docentes con aquellos otros?, y al igual que Lévinas sabemos (y en el caso docente más que en ninguno) que es una relación conflictiva en primera medida, ya que la mera aparición de alteraciones en el aula de clase, representa un problema para todo el sistema, sin embargo un problema de fácil solución, ya sea que el “otro” (alumno) sea expulsado, o promovido (seguramente sin méritos suficientes) la institución salvaguarda sus intereses, sin embargo el alumno es muy pocas veces entendido.


La importancia del currículo oculto, no radica en querer implantarlo masivamente en colegios de todos los niveles, saltando por encima de normas y planimetría establecida de forma (en muchos casos) vitalicia. Lo que buscamos es reflexionar en como la construcción del currículo (que es una relación entre el docente y los alumnos con todas sus particularidades y necesidades) debe dar como resultado currículos no homogenizados, sino personalizados, definición que aquí podemos aplicar de manera grupal, sin que esto signifique alinear a un grupo, todo lo contrario, busca enseñar la importancia de fomentar y trabajar en esas particularidades que los hacen únicos y trasparentes para la enseñanza, ya que enseñar a alguien que le gusta aquello que está aprendiendo da mejores resultados en todos los niveles.


Levinas plantea cierta paradoja en su estudio, una que aquí en la educación tal vez pueda presentarse también, y es que cuando alguien logra entablar conexión con el “otro” es a cambio de que este pierda si singularidad, es a costa de que este pierda su otredad, sin embargo aunque algo así pueda ser similar en el currículo oculto, aquello que el estudiante puede aprender de forma disciplinada y por mera motivación personal, le otorgaría al estudiante un tipo de otredad exclusiva que los

seguiría distinguiendo pero ahora proveyéndolos de relevancia académica. En el caso de la educación se hace importantísimo poder entablar conexión con el otro, porque por más que sus intereses y particularidades lo alejen de los demás, el docente necesita poder guiarlo de una forma diferente, pero presencial, ya que sería aún peor si ante su aparición e identificación un alumno diferente se le confina a recibir educación a distancia, la importancia del docente no es solo la transmisión de conocimiento o evaluación de competencias y habilidades, debe haber una relación que promueva y nutra las particularidades de los estudiantes diferentes.


La relevancia de otredad en la educación posiblemente es tratada en la actualidad, pero la solución no debe ser la exclusión u omisión del alumno “problema”, si no la adaptación de las clases a él, no para darle exclusividad (algunos dirán injustificada), sino para promover en él la enseñanza de una forma diferente pero objetiva, sin que pierda interés y coherencia con aspectos personales que hacen de él el otro.


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© 2017 por Daniela Moreno Sánchez.

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